A lo largo de mi vida he visto caer muchas cosas del cielo entre las precipitaciones lluviosas: barro rojizo procedente del Desierto del Sahara; granizos como pelotas de tenis; aguanieve crionizante; ingrávidos copos de nieve de ‘todos los tamaños’; recios aguaceros incesantes; pesados aerolitos nivosos congelados originarios de la troposfera; aguas malvadas inundándolo todo, como las caídas en poblaciones como Ecija y Pontevedra estas Navidades; y, hasta renacuajos, créanme, he visto precipitarse en una cerrada tormenta acaecida en los remotos tiempos de mi niñez. Pero, lo acontecido con los pájaros en Arkansas, EE.UU., a ese fenómeno no le encuentro explicación alguna, por más que intento buscar una respuesta en los entresijos de mis mientes.
No es natural, no es normal que lluevan del cielo en dicha región, -ni en ninguna otra, ni en parte del mundo alguna- sin partirlas ni probarlas, mirlos muertos a espuertas, como si de un maleficio mefistofélico se tratara.
Nada menos que cinco mil de estos infaustos voladores aparecieron aplastados sobre el asfalto, otros firmes y el vasto campo de aquellos ubérrimos paisajes americanos.
Imagínense la sorpresa y la estupefacción tan impactante que sufrieron los nativos al contemplar tan esotérica morgue.
Yo me reía, no pude aguantar la risa, pese al desastre que constituye la mortandad en solfa, y lo que significa la misma para un amante del reino animal como yo, cuando aseguraban algunos aficionadillos científicos, que todo era debido al efecto mortal que ejercen las funciones de fuegos artificiales allí celebrados, durante el transcurso de la Navidad. Me reía, no porque rebose yo en conocimientos de esta honrosa disciplina ornitológica, para saber dar una explicación racional del tema que nos ocupa en la presente monografía, ni mucho menos, sino porque, buscando analogías me dije: "entonces ¿cuántos pájaros quedarían en las tierras de las tracas valencianas?"
El polvo africano traducido en precipitaciones de lodo, principalmente en el sur de Europa, tiene su respuesta científica; y los copos de nieve; y los granizos enormes que, en ocasiones, destrozan cosechas, coches y animales; e, incluso, esos helados aerolitos provenientes del espacio exterior encontrados en zonas de los cuatro puntos cardinales.
En fin, casi todos estos fenómenos disponen de su correspondiente explicación, excepto algunas excepciones, como la de la muerte inexplicable de los calamares gigantes en U.S.A, de cuyo fenómeno hablaremos más adelante. Pero el holocausto pajaril, en ése parece que van a sudar la gota gorda los encargados de despejar el misterio que los llevó a este destino fatal como consecuencia de un accidente múltiple.
Ya rolan en los medios teorías para todos los gustos, como el de la influencia que las tormentas eléctricas ejercen sobre la fauna en solfa; el antes citado de los castillos de fuegos artificiales y la desbandada producida por los mismos, llevándolos a chocar contra edificaciones…
Y hasta hay quien culpa a los pájaros de nocturnidad y alevosía, causa que ha provocado –se dice- la mortandad de otras especies de aves, por trasladarse de noche, con el consiguiente despiste que, para las mismas supone tal aventura nocturna.
1º. Que yo sepa, los rayos, relámpagos, chispas eléctricas, etc. que se desprenden de las nubes, no actúan como si de una ametralladora aerotransportada se tratara; y, aún así, resultaría imposible alcanzarlos y aniquilarlos a todos simultáneamente.
2º. La cuestión de los fuegos de artificio ya he intentado explicarlo en los renglones precedentes. (Siempre a mi modo de ver).
3º. De resultar estrellados contra construcciones de edificios, grandes muros, etc., ¿cuantos ejemplares se hubiera cobrado la Gran Muralla China desde el término de su titánica ejecución hasta nuestros días?
4º. Las aves, casi en su totalidad, se recogen al atardecer, -incluidas las gallinas-, ¿cómo pueden achacar tantas muertes a la práctica inusual de volar de noche estos animalitos?
No sería este el primer caso de muertes misteriosas de animales que quedase sin respuesta científica; recuérdese la mortandad de aquéllos cefalópodos gigantes que emergían yertos sobre el nivel de las aguas de los mares estadounidenses. No hubo estudio científico capaz de revelar nada concreto acerca de lo acontecido.
Aunque a la inmensa mayoría de los enigmáticos fenómenos de otro tipo, les ha sido hallada una explicación científica más o menos aceptable, o por lo menos, no se ha sabido rebatir aún; incluso el de las aludidas ranas que, según científicos meteorólogos, son, aunque en raras ocasiones, succionadas merced a la levedad de su peso en sus primeras horas de vida, por tornados, a su paso por charcas y humedales donde habitan, para después precipitarse por el mismo procedimiento que lo hace el agua al condensarse sobre las masas nubosas.
Otros episodios de mortandad de peces, muy recurrentes en diversos países, como los dos millones muertos en Mariland EE:UU., se le encontró su explicación en la caída repentina de las temperaturas; otros por envenenamiento producido por vertidos tóxicos de industrias próximas a las aguas en las que pululaban estos animalitos subacuáticos, o prácticas similares.
Total, que el fenómeno tratado sigue siendo un misterio hasta la fecha, aunque supongo que continuarán trabajando duramente en los establecimientos científicos correspondientes para procurar desvelarlo a la mayor brevedad posible.
E.V.S.
3 comentarios:
Parece ser que no es la primera vez que ocurre un incidente de características similares en el estado de Arkansas…En 1973 una tormenta de granizo dejó cientos de patos muertos y en el 2001 los rayos causaron la muerte de una bandada de pelícanos que volaban por la zona.
Dentro del estado de Arkansas, en Beebe, población donde ocurrió lo de los mirlos, hay decenas de centrales de gas natural, por lo una posible causa del “pajarizidio” pudiera haber sido una nube tóxica por la cual pasaron las aves. De todas formas ya nos lo contarán los “lumbreras” americanos.
Un abrazo.
¿Será que Alfred Hitchcock anda rodando películas de pájaros en el cielo?
Fuera bromas, es un misterio que solo lo sabremos cuando los laboratorios analicen concienzudamente los cuerpos muertos de los pájaros.
Seguramente será debido al nuevo horóscopo, ya que parece que debido a cambios astronómicos ha aparecido otro signo zodiacal, Ofiuco, seguramente los pájaros habrían nacido durante las fechas de ese signo, y ya que todavía no hay predicciones de ese signo, y al no poder leer lo que les acontecía en el futuro salieron a volar ese día en vez de quedarse en sus nidos.............
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