Imágenes terribles...


Mejor, no verlo...

La incalificable imagen de este niño de dos años fumando conpulsivamente, como un cosaco embriagado, es para mi idéntica a la de otro cortándose las venas; pues, si de sangre se trata, al que me refiero se desangraría irremediablemente con las venas abiertas; el de la imagen, la envenenará con los más de cien productos tóxicos que contiene el tabaco, del cual consume más de dos cajetillas diarias. Las graves consecuencias que supone esta adicción para el aparato respiratorio de la niñez, se acentúan en los alveolos pulmonares, delicados saquitos, donde tiene lugar el intercambio gaseoso entre el aire que inspiramos y la sangre, en los cuales podría generarse una atrofia importante, toda vez que se encuentran en período de formación y, el sistema defensivo, se encuentra en fase de desarrollo, lo que los hace muy vulnerables. Así, pues, el resultado final, es dramático en ambos casos.
Publicarla en cualquier medio constituye una tremenda irresponsabilidad, en mi opinión, punible, por la perversa publicidad que representa. Cualquier adolescente la tiene al alcance de su vista con tan solo meterse en el Internet de su ordenador, tarea más que sencilla y extendida entre la inmensa mayoría de la infancia, adolescencia y juventud del mundo. Y todos sabemos la marcada tendencia que existe entre los menores de emular todas esas prácticas negativas, fenómeno que no se prodiga en lo positivo, e ignoro por qué.
Pero, además, no comprendo cómo los padres o tutores permiten tamaña exhibición y adicción en la inocente criatura, (para mi ya es todo un paciente adicto a la nicotina) ni cómo las autoridades correspondientes no actúan en consecuencia.
El defensor del menor, que tan oportuno estuvo cuando quería procesar a ‘la’ Belén, por exhibir a su hija -decía- en los medios, ¿cómo no actúa, aunque sea a distancia, conminando a los colegas del país del niño afectado a que procedan a la mayor brevedad contra todos los implicados en el abominable delito?

El delito conlleva el agravante de exhibicionismo. Es igual, lo mismo, que si el niño suicida de las venas lo expusieran en los medios de comunicación desangrándose. Sólo que la sangre, con su encendido color, derramándose, produce más alarma y conmoción que una dolencia endógena, que es a lo que está abocada esta criatura, de no poner rápido remedio.

Creo que a la publicidad deben ponerle límites, porque hay anuncios que claman al cielo. Se habla de la existencia de portales de contenido erótico, en el que aparecen pequeñ@s desnudos en actitudes sumamente indecorosas, y otras que traspasan las fronteras de lo indecoroso para traducirse en pornografía infantil dura y madura. Ello constituye una perversión, de efectos y consecuencias irreversibles para la vida presente y futura de los menores. Los marcan de por vida, y, toda entera, vivirán traumatizados y perseguidos por esos monstruosos recuerdos. Al final, el grueso de los afectados acaba cayendo en segmentos delictivos, como al tráfico y la adicción de estupefacientes, robando y violando o en sucias tareas relacionadas con la prostitución.

Todo, por satisfacer la exacerbada codicia de algunos desalmados, quienes, por un puñado de pasta gansa, son capaces de vender su alma al diablo.
Son individuos sin conciencia, amorales que, si caen en manos de la justicia, en vez de encarcelarlos de por vida, a muchos los dan por perturbados, y sólo penan sus delitos con reclusiones hospitalarias, donde, en unidades psiquiátricas, se les conmina a acudir a sesiones y tratamientos de esta especialidad, que no se corresponden con las adecuadas terapias para la reintegración. Poco tiempo después lo veremos por las calles “reinsertados”, maquinando la próxima operación delictiva.

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