S E D I C I O N



Me recordaba al tristemente célebre catalán Durruti arengando a los anarquistas nihilistas, antes de que una bala perdida lo derribara mortalmente durante la fatídica Guerra Civil Española. Me refiero a ese ex fiscal exaltado, sacado del baúl de los recuerdos de los agitadores de la extinta C.N.T., arengando a esa facción recién salida del armario de marxistas leninistas, (cuasi todos afectos a la sopa boba), azuzándolos contra la Legalidad, el Imperio de la Ley, ó en suma, contra nuestro Estado de Derecho, en pos de un juez presunto prevaricador, que se resiste a seguir el curso de su encausamiento, como si de un dios pagano se tratara. Utilizando, es decir, profanando para ello el Templo de Sabiduría que constituye la universidad, nada menos que de la capital de España. (Por ello no es menos impresentable el rector por la deleznable concesión del regio recinto universitario). Una función aderezada con especias sindicalistas que, en vez de cuidarse de sus urgentes asuntos de paro y empleo, distraen a la opinión con estas abominables prácticas, punibles bajo mi punto de vista, y el de docenas de millones de españoles.

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No me entra en la cabeza que se pueda injuriar, infamar y ningunear con tamañas urdimbres las más altas esferas de la Jurisprudencia en un Estado de Derecho y se pueda salir impune de la lid, pero, menos me entra aún, que lo hagan sin rubor personas que han pertenecido a la misma.

¿No somos todos iguales ante la Ley? Entonces ¿a qué viene ejercer esa peligrosa actitud rebelde y beligerante contra los poderes establecidos democráticamente? Es la razón de la sinrazón. Es un peligroso ejercicio de sedición y apología a otra división de las dos Españas. Es retrotraernos a las barbaries acontecidas durante la Segunda República, durante la agitada época en que asesinaron al teniente Castillo y al diputado Calvo Sotelo, tristes motivos que desencadenaron la cruenta Guerra Civil Española.

Repito, que la iniciativa surja de intelectuales que conocen sobradamente los tristes acontecimientos de la contienda, no lo entiendo. Todos los países aprenden de su pasado y de su historia, conocimientos que utilizan para rectificar, obtener mejoras y no incurrir en errores pasados, y, aquí, nos sirven de acicate para nuevos enfrenamientos entre hermanos.

La soberanía reside en el Pueblo, sí, pero un Pueblo liso y llano como el español, se deja llevar políticamente por quienes han sido considerados paradigmáticos en la ciencia de la política y de la sociología, muchos de los cuales se encuentran dentro del desaguisado en solfa, generando desconcierto y confusión entre las masas. Debieran ser conscientes y consecuentes con estas delicadas cuestiones, a sabiendas de que, como digo, el Pueblo les toma como ejemplo a empatizar o seguir.

Es como si un docente le impartiera a sus alumnos clases de agitación e insubordinación.



Socorrido artículo periodístico publicado en Diario de Cádiz...


Payne considera una "broma de mal gusto" la investigación de Garzón sobre el franquismo

El hispanista estadounidense, que dice que el juez "no representa a la justicia, sino a la política", asegura que la derecha española ha admitido los crímenes del franquismo pero la izquierda aún "no ha hecho autocrítica".

Efe, Madrid Actualizado 02.05.2010 - 18:02

Para el hispanista estadounidense Stanley George Payne, el juez Baltasar Garzón "no representa a la justicia, sino a la política" y su investigación de los crímenes del franquismo supone "una broma de mal gusto". Stanley G. Payne, que acaba de publicar ¿Por qué la República perdió la Guerra? (Espasa), considera que mientras que la derecha española "ha admitido" los crímenes del franquismo y "sus errores", la izquierda aún "no ha hecho autocrítica". Payne considera que Garzón "se contradice a sí mismo", por que cuando hace años se le pidió la persecución de Santiago Carrillo aludió a una amnistía, "algo que ignoraba cuando quería perseguir a las derechas", y añade que "alguien que se porta así no representa a la justicia, sino a la política".

En su obra, aporta un análisis diferente sobre las circunstancias externas e internas que influyeron en la Guerra Civil, al considerar que los historiadores españoles "siguen en la vía de la negación freudiana" con respecto a ciertos aspectos de esta contienda. En este sentido, el escritor, Doctor en Historia por la Universidad de Columbia, lamenta que la izquierda aún hoy "persista en presentar un proceso revolucionario violento", como el que tuvo lugar en la Guerra Civil, como algo "democrático". En su opinión, mientras que la derecha española ha admitido y reconocido "sus errores", la izquierda "todavía no ha hecho autocrítica", responsabilidad que -dice- tiene pendiente, aunque añade que "la nueva ideología -el buenismo o corrección política- disfraza la realidad".

Un análisis diferente de la República, una atención "equilibrada" al problema de la "guerra de religión", un análisis "objetivo" de la represión, una discusión de todas las dimensiones de las intervenciones extranjeras y una discusión más amplia de su lugar en la historia militar general y en la historia europea son algunas de las novedades que, según su autor, aporta el libro.

Según Stanley G. Payne, el contexto internacional de comunismo y fascismo tras la I Guerra Mundial "exacerbó a las pasiones en España" y supuso el desencadenante de la Guerra Civil, en la que -dice- "no hubo guerra relámpago, sino ataques frontales". Para el historiador, el asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo en julio de 1936 precipitó de forma clara la sublevación de Franco contra la República, porque aunque la conspiración militar ya estaba en marcha, "era una conspiración débil". "Muchos más se lanzaron a ella" tras el asesinato de Calvo Sotelo, según Payne, quien asegura que "no fue tanto el asesinato en sí, sino el hecho de que la policía del Estado republicano secuestrara y asesinara a un miembro del Parlamento", algo que -añade- "se creía que indicaba que bajo el Frente Popular ya no existía la menor garantía de la vida".

Entre los principales errores de los republicanos este hispanista cita la revolución, "que desperdició las energías"; la "floja" política militar en las primeras semanas y el hecho de depender de meras milicias; la ausencia de unidad; la no intervención y su dependencia de los comunistas; y el hecho, "muy lógico, de que Stalin no quería arriesgar demasiado".

Además, en su opinión la guerra de la República contra la religión "les hizo un daño enorme", al tolerarse la quema de conventos, las agresiones a los religiosos y a los católicos y promoverse un plan para dar fin a la educación católica". Para Stanley G. Payne, con la Guerra Civil "toda España perdió, con la excepción de algunos militares y algunos otros que se beneficiaron de la dictadura". No obstante, la contienda sirvió para que los españoles aprendieran "a largo plazo", y fruto de ese aprendizaje -dice- es el "éxito de la transición".

"Los únicos que representan el espíritu de 1936 son unas pocas gentes en la izquierda junto con algunas figuras de la derecha", asegura Payne, académico de la Real Academia Española de la Historia desde 1987, quien considera que la crispación actual es, en comparación, "poca cosa y meramente un intento de marcar puntos políticos". Para Payne, "la época de las revoluciones, y de las grandes contrarrevoluciones a lo Franco, ya ha pasado".


7 comentarios:

M.A.O. dijo...

Brillante. Solamente quisiera aclarar que las muertes causadas en la guerra civil al congresista Calvosotelo y al teniente -cómo se llama- Castillo, fueron producto de la traición, la cobardía y el odio; pues, a raíz de asesinar vilmente la ultraderecha al teniente Castillo, en revancha y ruín venganza, un sector malvado de la República, mandó asesinar a Calvosotelo.

www..jesusbenitez.com dijo...

LINEAS ROJAS...

La justicia genera en paridad, sobresalto y respeto. Definida simbólicamente como una balanza, debe hacer valer su peso ante constatados hechos punibles. Se parte de la base de que la jurisprudencia es una maquinaria bien engrasada en base a leyes que nos protegen del mal, que restituyen lo arrebatado y penan los delitos. Pero, desgraciadamente, esa interpretación de la legislación, o el uso maquiavélico que el poder hace de la Justicia, está rebasando las lineas rojas que el Derecho puede atribuirse. Sin ser jurista, ni docto en Leyes, pero desde la atalaya de mi experiencia vital, considero que en España va in crescendo el pánico ciudadano hacia la utilización partidaria que se hace desde los poderes fácticos de la Justicia. No hay criterio unánime en una actividad que debería ser infalible, exenta de flecos y fisuras. El color ideológico intenta decantar la balanza hacia su feudo, a su antojo; la Justicia se convierte en marioneta y pierde su legitimidad. Eso está ocurriendo. Pese a los filtros y estamentos que deben hacer invulnerable al Estado Derecho, como son el Tribunal Supremo, el Constitucional, la Audiencia Nacional, etc., etc., las interpretaciones que hacen los tribunales en sus resoluciones de las normas jurídicas, nos dejan boquiabiertos, estupefactos y nos llevan al agnosticismo, dejamos de creer.
Alguien debería poner orden en este desaguisado que genera alarma y verguenza ajena. En mi modesta opinión, creo que el fallo letal del Sistema está en su permisividad y en el eclecticismo que el Gobierno pone en practica: todo vale para estos dirigentes, siempre que ellos salgan ganando la partida. Será por saltarse la raya o pasarse líneas rojas. La decencia está en desuso y triunfa la pillería en un país que no quiere mirarse en el espejo...
Ojalá ejercicios de meditación como el que Emilio Vázquez y su pluma quirúrgica nos proponen en Odas Lugareñas, fuesen más comunes para generar un alegato de reacciones en cadena contra la injusticia.

Anónimo dijo...

No conozco a éste tal Payner. ¿Alguien podría facilitar información aquí de él?
Resulta muy interesante lo que dice sobre la Guerra.
Me gustaría leer su libro "¿Por qué la República perdió la Guerra?"

Si alguien, repito, puede ofrecer más información,le quedaría muy agradecido.

Recíproco dijo...

No creo que la labor de los tribunales y dependencias de éstos pueda considerarse justicia. Sólo legalidad, y eso sólo a veces. Las leyes las hacen los hombres, muchas veces incultos, resentidos o fanáticos. Por eso, en ocasiones una cosa es delito y en otras no. Sólo aquello, fundamentado en la ley natural, que es invariable resulta justo o conveniente en todas las ocasiones.
Sobre los intelectuales y su implicación en instigar, esgrimiendo precisamente valores que ellos mismos desprecian, será conveniente recordar el: 'no es eso, no es eso' de Ortega..., cuando el pueblo español llegó a aquella barbarie que unos nefastos políticos indujeron y que él mismo había apoyado.

EMILIO VAZQUEZ dijo...

Agradezco la reciente y docta participación de 'Reciproco', quien nos aporta sus valiosos conocimientos y reflexiones sobre el asunto que nos ocupa.
Conozco lo que yo titulo 'La decepción de Ortega', quien comenzó como un discreto entusiasta del proyecto repubicano, y acabó con su famosa proclama 'no es eso, no es eso', en virtud a su rechazo diametral a las atrocidades cometidas durante la Guerra Civil, como la quema de iglesias, conventos, sacerdotes, etc.
Mas, yo le rogaría, así como a M.A.O y los demás paarticipantes anónimos, que se identificaran, para darle más autenticidad y verosimilitud a los extraordinarios comentarios que se insertan en esta página.

Gracias, Reciproco.

Cordiales saludos.

Unknown dijo...

¿Puede el Tribunal Supremo investigar los crímenes de la Guerra Civil Española y la posterior Dictadura? No, no puede por la Ley de Amnistía. ¿Lo sabe Garzón? Si, lo sabe. Pues eso es prevaricación, investigar algo que no puede, sabiendo que está mal.
Hay un enfrentamiento en la sociedad española. Hay personas que están avivando el odio entre nosotros. Están volviendo fantasmas del pasado para recordarnos que los españoles no somos iguales ante la Ley.
Los mismos que firmaron la Ley de Amnistía, hoy están en contra de ella. Gracias a esa ley en la que todos perdimos y todos ganamos España ha vivido el periodo con menos agitación y enfrentamiento social de su historia.
Garzón sabía que no podía investigar los crímenes de la guerra, no es competencia de la Audiencia Nacional. Así lo hizo saber cuando presentaron una denuncia contra Carrillo como responsable y autor de la matanza de Paracuellos, que para los más jóvenes y para quién aún no lo sepa, fue donde murieron asesinados alrededor de 6.000 personas, la mayoría mujeres y niños, pues bien, Garzón dijo que esa investigación no era competencia suya.
Garzón ha sido y es un mal juez instructor. Casi todos los casos que ha instruido han salido adelante porque otros jueces han tenido que corregir los fallos que ha cometido, o delincuentes que ha tenido que liberar por no cumplir con su deber. Está inmerso en tres causas de prevaricación, algo insólito en la justicia española. Garzón no es un juez que defienda a la justicia, en ese casa habría parado ese movimiento de exaltados de la izquierda más radical y rancia que se dedican a insultar a los jueces porque no están de acuerdo con las leyes que ELLOS MISMOS HAN CREADO, que quieren enjuiciar al franquismo, pues muy bien, que cambien las leyes.
Por qué me enrollo con todo esto?, pues para llegar a la conclusión de que hay personas que le interesan apoyar a Garzón para agitar la izquierda más radical, porque sabe que de esta manera es más fácil seguir en el poder. Por eso usan al juez Garzón, porque está ahí en el momento oportuno. Además gracias al enfrentamiento entre los dos bandos nos olvidamos de la cruda realidad: 5 millones de parados y una clase política nefasta, que como dice Pérez Reverte: “como no va a ir España tan mal en todos los aspectos, dado que es el único país del mundo desarrollado en que sus políticos no están obligados a tener el graduado escolar”.
P.D.: Stanley George Payne buen historiador e hispanista, todo lo contrario de Ian Gibson

irerovaz@hotmail.com dijo...

No se puede estar más de acuerdo con todos los comentarios. Lo de este juez no son más que ganas de figurar, propiciadas por un endiosamiento de alguien que cree estar por encima de la ley; avalado por muchos a los que conviene que en estos momentos tan convulsos la gente de a pie tenga una buena distracción. Pero este juez,(por cierto, malísimo instructor según policía judicial que hace el trabajo que después él deshace) que para ocupar su plaza ha tenido que saberse la Ley Orgánica del Poder Judicial como el padre nuesto, debería recordar que ni siquiera los jueces "auténticos dioses en la tierra" están por encima de la LEY, y que si la vulnera, el peso de la misma debe caer sobre él. Se ha valido de artificios y argucias de todos los colores para intentar zafarse, jaleado por artistas, fiscales(algunos de los cuales muy próximos al régimen)y gente de la ultraizquierda en general. Pero que recuerden también éstos que los jalean que la prevaricación es un delito, y que presuntamente, a alguien a quién se le abre un juicio oral, es porque indicios de criminalidad hay en sus actos. Pero, claro.....no hay más ciego que el que no quiere ver.