P L A Z A D E T O R O S D E E L B O S Q U E

Las autoridades del municipio de El Bosque se han propuesto hacer del viejo coso taurino una obra de arte, y, a fe mía, que lo están logrando. Se trata de dotarla de una espectacular cubierta en forma de cúpula ejecutada con un ingente armazón de madera, revestida de una resistente materia opaca (metacrilato o similar), de la cual no puedo, aún, dar información gráfica, por motivos obvios, pues las fotos que a continuación expongo, reflejan sólo la fase en que se encuentra su ejecución todavía. Pero, a medida que vaya avanzando la obra, prometo tomar instantáneas para pasarlas al presente Blog, porque considero que merece la pena la actividad, dada la categoría, belleza y la supremacía que, no solo va adquirir la plaza de toros en solfa, sino todo su derredor, y el pueblo entero en si. Será el emblema por antonomasia de todos los edificios locales. ( Aunque ya existen muchísimas plazas de toros cubiertas, en España sólo existe otra de análogas características, en la localidad de Arnedo (Logroño). Al menos yo me estoy quedando patidifuso, a medida que voy observando el trabajo tan colosal que están realizando los cualificados obreros, quienes están demostrando ser unos auténticos profesionales. Desdeñan el reloj, las fiestas y las inclemencias meteorológicas, nada detiene ni interrumpe la buena marcha y el bien hacer de su primoroso trabajo; he presenciado como operaban lloviendo sin lamentarse, hasta pasadas las once de la noche a la luz de potentes proyectores alógenos, y a un ritmo cuasi frenético: hora por el suelo, hora en las alturas, elevados por carretillas e ingenios elevadores, atados con arneses, resistentes botas para la ocasión y tocados con cascos homologados ; más, insisto, se desenvuelven como pez en el agua en cualquier espacio del coso. Ya digo, constituye todo un espectáculo verlos trabajar. Si en vez de tantas reivindicaciones sindicales, fiestas y abulia a la hora de arrimar el hombro, muchos de nosotros copiásemos la productiva manera de faenar de esos fantásticos obreros, mucho más nos valdrían las orejas a todos los que incurrimos en lo contrario, y, además, las crisis nos las pasaríamos alegremente por la entrepierna. Pero aquí en el Sur entre el sol de justicia que nos achicharra y nos amodorra a poco que se van las nubes, (sobre todo durante el estío) el microclima Mediterráneo que nos afecta tanto como a la flora autóctona y otros elementos y la mezcla musulmana de ADN que nos metieron en la sangre cuando éstos ocuparon buena parte de España, tendrían que fundirnos –a esos muchos- de nuevo para resultar la mitad de eficientes que los referidos trabajadores ‘cupulares’. Mas tardaremos bastante en abandonar el tópico que nos asocia con la charanga y la pandereta. (Si no nos vuelven a fundir).