Se enamoró un ruiseñor
de una bella calacante
seducido del color
verdiazul y de su cante.
El tiene el pico dorado,
y como ella, es cantante.
Y, aunque no está acostumbrado,
sobrevoló el ancho mar
para llegar a su lado,
y se plantó en ultramar
tras todo un día volando.
-¡A eso le llamo yo amar!-
Ella lo estaba esperando
con su roja sangre ardiente
y el corazón galopando.
Se estrecharon fuertemente
y con sus picos sellaron
un juramento ferviente
de amor, y también juraron,
que duraría eternamente.
Y por siempre ambos se amaron.
E.V.S.
2 comentarios:
¡ Ëste és mi Emilio...!
Amigo mío gracias, muchas gracias, por este poema tan maravilloso.
No dejes de cantar, no dejes de soñar, no cambies querido amigo...
Emilio. Sólo agradecerte tan bello poema. Me ha conmovido profundamente y más aun porque viene de tu pluma y amistad.
Un fuerte abrazo
Cecy
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