TERCETOS ENCADENADOS



Se enamoró un ruiseñor
de una bella calacante
seducido del color

verdiazul y de su cante.
El tiene el pico dorado,
y como ella, es cantante.

Y, aunque no está acostumbrado,
sobrevoló el ancho mar
para llegar a su lado,

y se plantó en ultramar
tras todo un día volando.
-¡A eso le llamo yo amar!-

Ella lo estaba esperando
con su roja sangre ardiente
y el corazón galopando.

Se estrecharon fuertemente
y con sus picos sellaron
un juramento ferviente

de amor, y también juraron,
que duraría eternamente.
Y por siempre ambos se amaron.

E.V.S.

2 comentarios:

De Lorenzo Román. dijo...

¡ Ëste és mi Emilio...!
Amigo mío gracias, muchas gracias, por este poema tan maravilloso.
No dejes de cantar, no dejes de soñar, no cambies querido amigo...

luciernaga_poeta dijo...

Emilio. Sólo agradecerte tan bello poema. Me ha conmovido profundamente y más aun porque viene de tu pluma y amistad.
Un fuerte abrazo

Cecy