CAMBIO CLIMÁTICO


Impulsado por esa actitud, que me caracteriza, de proclamar siempre lo que pienso, voy a expresar mi modestísima opinión –nunca mejor dicho, pues no soy más que un profano en la materia- sobre el cacareado tema, arriba titulado como cambio climático. Lo que me anima a hacerlo es el monólogo que constituye el presente escrito, pues, si se tratase de discutir en una tertulia con las ‘eminencias’ científicas que han ‘inventado’ el fenómeno en cuestión, con los políticos que se han abanderado con el mismo, o las masas que, incondicionales, hacen del tema una cruzada, no tendría más remedio que tragarme mis comentarios al respecto, porque me devorarían sin piedad. Cosas de la democracia, o mejor dicho, de los pseudodemócratas catastrofistas que, a las voces discrepantes las demonizan, y, mediante el miedo a visionarias fatalidades que inculcan a la indolente sociedad, pretenden controlar el mundo, desviando la atención de los problemas reales, hacia tales entelequias.
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Discrepo abiertamente de que el calentamiento global haya sido producido por la acción del hombre; y que me perdone la comunidad científica que lo sostiene. Tal actitud me la confiere mi condición de observador de los fenómenos meteorológicos de este tipo, desde una edad temprana, cuando las borrascas se empleaban durante los húmedos y fríos inviernos en todo el territorio español, descargando precipitaciones ininterrumpidas durante largos trimestres. En la estación estival, era el 'Capitán de fuego' el que se imponía, con un sol de plomo, tan necesario para mantener el equilibrio meteorológico como la expresada lluvia, la nieve y el viento en el invierno.

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Esas circunstancias se repetían una y otra vez a lo largo de muchos años, hasta que aparecieron las pertinaces sequías que hicieron cundir el alarmismo y las conjeturas entre los oportunistas, hasta llegar alegremente a conclusiones como la del cambio climático.
Me sorprende la profusa cantidad de paladines que se erigen en defensores convencidos e incondicionales de la falacia del Cambio, haciendo causa común con los científicos a ultranza, como si de dioses que no incurren en equívocos se tratara.

Todo es, simplemente, cíclico. Un millón de años para la Madre Natura no significan, ni siquiera lo que es una millonésima parte de segundo para el ser humano. Un capricho de la Naturaleza puede provocar lluvias –como ocurrió en el Triásico, por ejemplo- de docenas de cientos de años ininterrumpidos, y se queda tan ancha y tan pancha.

Muchos territorios desérticos en la actualidad, fueron en Eras antediluvianas auténticos vergeles, lo mismo que los hielos de la Antártida fueron desiertos, y en las espesas selvas actuales pulularon cocodrilos marinos.
Cíclico. Como digo, son avances y regresos cíclicos. Titánicos y desconcertantes, pero, ciclos de la Naturaleza, que nada tienen de nuevo.
Durante los comienzos de la formación del mundo, el Planeta Tierra fue sometido a un intenso bombardeo de asteroides, meteoritos y cometas que convirtieron el Globo terráqueo en un verdadero Pandemonium; hasta el extremo que un enorme fragmento del planeta se desprendió, causando hasta una grave alteración en los movimientos de rotación. Dicho fragmento se convirtió en un satélite de la Tierra conocido en la actualidad con el nombre de Luna.
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Esta lluvia meteorítica, aunque menos intensa y frecuente, se prolongó hasta los tiempos de los dinosaurios, los cuales desaparecieron, como consecuencia del tremendo impacto de un gran meteorito, que convirtió a la Tierra en una gigantesca bola incandescente, cuyas devastadoras consecuencias las padecieron toda la flora y fauna que habitaban el Globo, aunque no llegaron –obviamente- a extinguirse totalmente.

Las violentas erupciones volcánicas proliferaban incesantemente, contaminando, no, envenenando al planeta con gases y ácidos letales, como son el monóxido y dióxido de carbono; monóxido de nitrógeno; dióxido de azufre; ácido sulfhídrico… Además incendiaban, entre unos y otros, casi toda la superficie de la Tierra, arruinando flora y fauna, aunque con el correspondiente porcentaje de supervivencia.

Así las cosas, la atmósfera del planeta se convertía, una y otra vez, en éter venenoso que, afectaba, también, al primitivo ozono, produciendo daños en una magnitud millones de veces mayor a toda la contaminación que pueda producir el hombre jamás en la actualidad.
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Pero he ahí la magia del universo, proporcionando a la Tierra las armas necesarias para crear su propio aparato defensivo, para que, con tiempo y paciencia, logre reparar los desperfectos que produzca cualquier violento fenómeno telúrico, como, así ha sido siempre, y continuará aconteciendo durante los siglos y milenios.

Lo que parece mentira es que, conociendo todos estos eventos y miles más existentes, la comunidad científica, ponga las campanas a doblar a muerto, sin conocer a ciencia cierta la patología premoriente.
En mi opinión es un fenómeno empático que se ha puesto (o impuesto) de moda, al que, quien no se apunta, queda anticuado.

Ya está bien de autoinculparnos los humanos de todo lo negativo que acontece sobre nuestro planeta azul. Nosotros somos átomos infinitesimales en medio de la inmensidad del macrocosmos. Apenas conocemos las leyes que gobiernan el Universo. No debemos escandalizarnos ni atemorizarnos a la primera que se desarrolle un acontecimiento de la naturaleza del que nos ocupa. Debemos, además, anteponer nuestro sentido común a esas manifestaciones científicas que se precipitan en sus juicios y deliberaciones. Muchos adocenados noveles investigadores lo que pretenden es salir a la palestra en el menor tiempo posible, a costa de lo que sea, aunque ello constituya un fraude o un engaño para los terrícolas de a pie, porque viven suspirando por la fama, o pretenden salir del anonimato a cualquier precio, sin escatimar en nada, y sin sopesar el ingente daño que le produce a la Humanidad ¿Saben ustedes el monto económico que conlleva alimentar el pollo que nos han montado? Billones americanos de dólares.
Pienso que, quienes están urdiendo todo este dislate, lo que pretenden es que regresemos a las cavernas. Aunque muchos de ellos vivan en confortables y lujosos chalés a pie de ondas marinas, con horizontes anchos y azulinos; y casas de repuesto en la alpina montaña, gozando y contemplando impolutos amaneceres de ensueño, lejos de la polución y el mundanal ruido.

Por otro lado se debieran conocer las voces discrepantes que, en el mundo científico surgen en torno al pretendido Cambio climático. Algunas de las cuales incluyo en la presente monografía:

Elías Meana, quien estuvo destinado desde principio de los 80 en la Antártida, y llegó a ser jefe de expedición de la base española Juan Carlos I, narraba una serie de experiencias sobre la 'aventura' allí vivida, junto a otros científicos e investigadores.
A preguntas sobre el cambio climático, decía que se notaba el retraimiento de muchos glaciares, pero era un proceso que se venía apreciando desde los años 50, cuando todavía no existía la contaminación de hoy en día.
Por tanto, consideraba, que no se puede afirmar si el cambio climático es un proceso natural o es debido a la acción del hombre. Como el decía, si es por la acción de la Naturaleza, no lo cambia ni Dios…

La prestigiosa revista Sciencie, publicaba un artículo en el año 2002, que hacía referencia a lo siguiente: “Balance de masa positivo de la barrera de hielo de Ross, Antártida Oeste”: Las mediciones con radar de banda lateral revelan que el hielo en la Antártida Oeste está aumentando a un ritmo de 26,8 gigastones/año. Inversión de la tendencia al deshielo de los últimos seis mil años”.
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Y, como hay opiniones para todos los gustos, inserto una, algo estrafalaria, de un ruso, insigne en su país: uno de los ambientalistas rusos más conocidos, Aleksei Yablokov, presidente del Centro de Política Ambiental, dice que la actitud de Rusia hacia el cambio climático es “cínica”.
Además insiste en que los líderes rusos están sacrificando el bienestar del futuro en pos del rédito económico inmediato.
Yablokov afirma que el gobierno ya había desmantelado las estructuras de protección del medio ambiente desde antes de la presidencia de Vladimir Putin y que esto se intensificó durante su gestión. El especialista también rechaza la idea –muy expandida en Rusia- de que el cambio climático será incluso beneficioso por el simple hecho de que calentará partes del país que hoy son demasiado frías.

Científicos rusos calculan que, si bien esto hará que surjan nuevas tierras arables, la principal consecuencia será la pérdida de buenas tierras cultivables.
Los expertos también vaticinan consecuencias desastrosas en las regiones habitadas de la tundra siberiana a medida que se vayan derritiendo las capas subterráneas de hielo que sirven de base a pueblos y asentamientos.
"Estúpidos"

También hay voces contrarias. Por ejemplo la de Alexander Nikonov, conocido escritor y geólogo ruso, que opina que “las emisiones industriales dirigidas a la atmósfera están salvando al mundo de una nueva Era de Hielo”.
Nikonov dijo a la BBC que Rusia, como “país más frío del mundo”, puede “sólo beneficiarse” del calentamiento global.
La vida y la agricultura serán posibles en un área que es siete veces más grande que Francia
Alexander Nikonov, escritor y geólogo ruso. El escritor señala que dos tercios del territorio ruso son actualmente inhabitables. “La vida y la agricultura serán posibles en un área que es siete veces más grande que Francia”, anuncia.
Al ser consultado sobre por qué tantos científicos fuera de Rusia no coinciden con sus predicciones, Nikonov responde de manera simple y concisa: porque son estúpidos.
Además los acusa…

Nature, 1999 "Historia climática y atmosférica del nucleo del hielo de..." Escrito por muchos autores que no vay a enumerar: "Durante los cuatro últimos períodos interglaciales, que se remontan a 420.000 años atrás, la Tierra tenía una temperatura mayor que en la actualidad".

Después de todo lo expuesto, comprenderán mi postura y mis reticencias ante la inapelable afirmación que se hace sobre la existencia del avance del cambio climático.
- EMILIO VAZQUEZ SARMIENTO * Mayo de 2010 -

1 comentario:

Anónimo dijo...

cada vez esto afecta y derrite los polos también afecta a los osos polares y mucho