NAPOLEÓN Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA



Son, creo, momentos de romper una lanza en favor de Napoleón, haciendo justa mención de las escasas, desconocidas, positivas y determinantes intervenciones que el autoemperador introdujo de manera vinculante en nuestra nación, toda vez que media España anda empleada en la actualidad en actos y celebraciones relacionadas con la frustrada invasión napoleónica en nuestro territorio español.
Una de las cuales fue la actualización de la vetusta Jurisdicción de que disponíamos entonces los españoles, cuya base potencial aún se encuentra vigente en nuestra Jurisprudencia, la cual no debe resultar muy desdeñable a juzgar por como la aplican los jueces todavía.

Más memorable aún resulta la fulminante supresión de la inquina Inquisición llevada a cabo por Bonaparte en Chamartín, el día 4 de diciembre de 1808.
Los rabiosos prebostes de la citada Inquisición andaban ávidos de reinstalar, de nuevo, sus ‘valores’, y lo consiguieron con la sonada derrota de Napoleón en España. Así, pues, la restauraron inmediatamente después que se hubo retirado el derrotado ejército napoleónico.

De nuevo fue abolida por las Cortes de Cádiz, el 22 de febrero de 1.813, por la incompatibilidad de la referida Inquisición con la Constitución de la Monarquía española, llevada a cabo en marzo de 1812.
Por sórdido que parezca, fue reestablecida, nuevamente, por Fernando VII en 1814, suprimiéndose definitivamente durante El Trienio Liberal...Pero esa es otra historia.
Al comienzo de la presente monografía puede comprenderse por qué surgieron tantos afrancesados: Napoleón también traía incluidos en sus planes invasivos excelentes normativas para aplicar en España en su fallida ocupación española.

E.V.S.

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