Vivienda donde creció el forajido con su abuela, sita en Benamahoma. (Donde está el coche)
Sobre la foresta de estas escarpadas peñas se hallaba la guarida del salteador.
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A esta montaña, SIERRA LABRADILLO, no Margarita, como la denominan algunos medios de comunicación, corresponde el territorio que ocupaba el 'FORAJIDO POSTRERO'
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EL FORAJIDO POSTRERO
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Por el mismo camino que aparece en las fotos, margen al mismo tiempo del río El Bosque, suelo caminar cada día, recorriendo el espacio que separa al pueblo de El Bosque de la denominada ‘Fábrica de la luz’- un viejo y extinto generador hidroeléctrico que antaño
abastecía de energía eléctrica a El Bosque, Grazalema, Ubrique, Prado del Rey-…
Sumido siempre en un embelesamiento producido por los primaverales trinos, sugestivos olores y el constante susurro de la corriente -que se oculta tras las zarzamoras- del mencionado río, que rompe dulcemente el bucólico silencio aquí reinante.
Son unos seis placenteros kilómetros la distancia entre la ida y la vuelta, durante cuyo
trayecto se disfruta de plásticas expresiones, como el vetusto ‘Molino de Arriba’; lejanos y desabitados caseríos; pequeños predios verdes de creciente alcacer; angostos puentecillos armados con perfilería metálica que permiten cruzar el río en los meandros; algún tramo del camino ejecutado rústicamente con rollizos y tablones de pino con el objetivo de vadear algún lodazal; abundante flora mediterránea…
El río también se deja ver en tramos cristalinos y espumosos, en su presuroso curso que acaba su discurrir alimentando el Pantano de los Hurones.
Alzando la vista al horizonte septentrional se eleva la oscura mole calcárea de la Sierra de Labradillo, con su profusión de quercus y foresta, emulando el bulbo piloso de una cabellera titánica.
En la misma estribación es donde se ubica la citada ‘Fábrica de la luz’; allí comienza el regreso de mi garbeo pedestre, excepto en contadas excepciones en que prosigo el camino que recala en Benamahoma -tan bonito o más que el anterior-. Ruinas de lo que llamamos La fábrica de la luz.
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Buenos pues, la soleada tarde del jueves, día 14 del pasado mes de Abril, yo caminaba como cada día, exhorto en mis elucubraciones y, como antes, solo, sin compañía por los descritos derroteros.
Pues bien, como poseído por un fenómeno telepático, acudió a mi imaginación las tropelías del ‘Forajido Postrero’, conocido como El Lute II, que deambulaba por las abruptas laderas de la Sierra de Labradillo, en una de cuyas cuevas se guarecía. La proximidad era tanta, que pensé atemorizado en que se produjera un desafortunado encuentro propiciado por el salteador, con la inquina intención de despojarme, tras encañonarme con la escopeta robada que poseía –aunque yo bien poco llevaba, aparte de un pequeño receptor de radio-.
Mas, como la leyenda del bandido se agrandaba por día, y se contaba de él que robaba a pastores y ganaderos de los aledaños, y que, cuando le resultaba más complicado el latrocinio, se empleaba en la caza furtiva de jabalíes, venados y otras especies cinegéticas, de las que disecaba su piel, dicen que para cambiarla por sustancias alucinógenas, bártulos, menesteres para la supervivencia y dinero. Lo que demostraba la complicidad de algún que otro malhechor de los pueblos vecinos.
Tan sólo unas semanas antes había atracado -supuestamente- la Estación de Servicio de El Bosque, derribando al obrero que la atendía con la culata del arma antes mencionada, e intimidándole con disparos que dirigía al aire mientras se batía en retirada por una finca denominada La Loma de En medio.
Caminos de la Loma de Enmedio por los que huyó el bandido tras el asalto a la Gasolinera.
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Nunca usaba cabalgadura como sus antepasados del Maquis o los legendarios bandoleros dieciochescos; sí disponía de cerca de una decena de perros peligrosos, adiestrados para atacar a los merodeadores que osaran acercarse a ‘su’ territorio, o a los escasos senderistas que caminan por esas intrincadas zonas, para la caza furtiva y otros desempeños punibles.
Reaccioné y me sobrepuse, pero no podía concentrarme en otra idea que la del forajido, aunque ya hice el camino de regreso más tranquilo.
Bien, pues ya por la noche, había olvidado totalmente la contingencia en cuestión, distraído con la algarabía de mis nietos, los programas de la tele que suelo ver, etc. Pero, sorpresa: a la mañana siguiente, acababa de salir de casa, cuando alguien me informó, hablando y gesticulando nervioso y atropelladamente por el estupor que causaba la noticia de que, un contingente de, nada menos, que setenta guardias civiles, entre los que iban especialistas de varias actividades y un helicóptero, le habían dado captura al ‘Forajido Postrero’, poco antes de la aparición del alba para sorprenderle dormido. –Lo que ignoro es como mitigaron la reacción de los temibles caninos, sobre todo, los sonoros ladridos que podrían haber alertado al siempre vigilante salteador-. Y es que, se confió demasiado con el tiempo, pues al principio de su proscripción su vigilia era permanente.
Para que no faltase uno de los ingredientes más cacareados por los medios de comunicación de la época decimonónica bandoleril: el romanticismo, el ‘señor’ yacía en la gruta, supuestamente, cuando lo atraparon, con una adolescente de catorce años; de quien dicen que lo frecuentaba asiduamente, mochila al hombro y sigilo de ofidio, por sendas insondables, para acarrearle los menesteres de los que no podía proveerse en el monte y alguna cuchipanda para calentar el estómago, toda vez que no se podía permitir encender fuego, para no ser descubierto por el humo delator. -También supongo que precisaría de algún que otro medicamento en ocasiones-.
Otra perspectiva de la Sierra Labradillo 'Territorio Comanche" por donde deambulaba el 'indio'.
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Uno de los accesos secretos que usaba el bandido para bajar al camino del río, utilizado también, en ocasiones, por la adolescente para visitarlo.
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El lugar en el que se asentaba su rupestre campamento, cacareaban gallinas y crecían plantas comestibles y cáñamo en un rudimentario huerto que regaba con las aguas de un manantial próximo, cuyo caudal aprovechaban antiguamente para alimentar los canales de la susodicha ‘Fábrica de la luz’.
Lo que no me han explicado y sigo sin entender, es ¿cómo redujeron a los perros para que no se percatara de nada el salteador?
Total, las fuerzas del orden, que andaban tras sus pasos desde hacía tiempo porque se había fugado de un centro penitenciario donde cumplía cinco años de condena, además de haber amenazado con el arma a guardamontes, guardias civiles, ganaderos, etc., dieron con la pista necesaria para su localización: la niña de la mochila.
Siguieron su itinerario con potentes prismáticos desde una distancia que la adolescente ni podía sospechar su vigilancia, hasta conducirlos al lugar donde tenía su residencia el ‘Forajido Postrero’.
Las fuerzas del orden se tomaron su tiempo, planeando la actuación de la captura minuciosamente y en el más estricto secreto, sin escapárseles ni el más mínimo detalle. Cuando estuvieron seguros y todo listo pasaron a la acción, y les salió todo bordado: El salteador aprisionado como se puede apreciar en la foto y, posteriormente, puesto a disposición de la justicia, quien dará buena cuenta del mismo, dado su amplio bagaje delictivo en el que destacaban –dicen- varias evasiones.
Lo que no logro entender es cómo se pueden sublimar a los malhechores como, en el caso que nos ocupa, lo vienen haciendo algunos, de los cuales incluso los hay que han desempeñado algún cargo más o menos relevante en la Administración local de alguna pedanía de la comarca. Mitad aproximada del camino que lleva desde El Bosque a la 'Fábrica de la luz'.
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1 comentario:
Bien está lo que bien acaba...lo peor, supuestamente, lo de la menor.
Un abrazo.
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