JUBILACIÓN Y HUELGA


Flaco favor le está haciendo el principal partido de la oposición (PP) a toda España, con esas proclamas emitidas desde la vilipendiosa boca de ‘la’ Cospedal y el propio jefe de la oposición, Mariano Rajoy, oponiéndose injustificadamente, a importantísimas cuestiones y actuaciones de Estado, presentadas por el gobierno que, de no abordarlas a la mayor brevedad posible, el asunto de Grecia va a resultar una estulticia al lado de la ingente magnitud que pueden alcanzar los acontecimientos socio-laborales y económicos en nuestra nación española a medio plazo, si nuestra rancia derechona lograra abortar con las infames soflamas las apremiantes medidas que pretende introducir el gobierno de Zapatero, en función de la perentoria y escabrosa Reforma Laboral y de las Pensiones.

Es honesto decir que, en esta ocasión ha actuado el Gobierno de España con inusitado denuedo y responsabilidad; pues bien podría haber actuado con alevosía, entreteniendo y retrasando este menester y pasarle la patata caliente al gobierno que pueda suceder al presente del PSOE
Lo primero, la Reforma Laboral, aunque incompleta, es, a todas luces, una de las escasas fórmulas existentes que favorecen, sin lugar a dudas, la creación de puestos de trabajo, contra todo vaticinio y la entelequia que expone la descrita oposición, y las amenazas y la huelga nefanda que urden los sindicatos. Actuación sindical incomprensible, toda vez que dichas formaciones sindicales obtienen más de 300 inmerecidos millones de euros anuales del Estado, en concepto de generar ‘estómagos agradecidos’ que, en el caso que nos ocupa, les han salido insumisos. Además de incurrir en la enorme irresponsabilidad de agitar delusoriamente masas iletradas con objetivos totalmente subrrealistas, cuyas nefastas consecuencias pagaremos, única y exclusivamente, los contribuyentes españoles, excluyendo a los acaudalados prebostes sindicales, y los políticos de turno y ‘nómina’, porque a ellos pertenece en exclusiva el olimpo hispano-cobrón.

La Reforma de las Pensiones es como las tallas indumentarias; a medida que se va desarrollando el organismo humano, acontece un crecimiento de la estatura, lo cual requiere adquisiciones de tallas superiores, a medida que la complexión va aumentando. ¿Cómo vamos a usar en nuestra boda el mismo atuendo que estrenamos en la primera comunión?

Hace 4 décadas, el ser humano alcanzaba su senectud, de los cincuenta a los sesenta años de edad. La jubilación, como hasta ahora, sobrevenía a los 65 años, que era la media de vida durante aquellas duras calendas. En la actualidad, una persona occidental (hablando en términos generales) a los setenta años, conserva más vigorosas sus funciones vitales, que entonces a los cuarenta. Merced a la calidad de vida que nos proporciona la buena nutrición, la aplicación al ser humano de la ciencia y la medicina y el confort en los hogares. Como consecuencia, es mucho más longeva nuestra existencia, fenómeno que convierte a toda Europa en un titánico Centro de la ¿tercera edad?, cuya ociosidad conlleva unos incontables costes, entre subsidios, medicamentos gratuitos, centros adecuados etc., para sostener ese estado pseudosenil; costes incapaces de asumir la escasa masa obrera inscrita en la Seguridad Social en la actualidad, las cotizaciones no alcanzarán, en breve, el objetivo de soportar los cuantiosos gastos que se invierten en los jubilados. Por lo que apremia retrasar nuestra edad de jubilación, proporcionalmente, cuatro años, aunque nos cueste la misma vida asimilarlo.

Y el Gobierno sólo se atreve (y ya es actuar con valentía) con alargar la edad laboral dos años más.

Es cierto que hay circunstancias excepcionales, por la dureza de determinados trabajos, en las que el obrero debe recibir una consideración especial. Pero tales pormenores son elementos que, sin duda alguna, estudiarían oportunamente, los gobiernos concernientes, hasta encontrar las oportunas soluciones, según los casos. Más por dichas salvedades no debemos juzgar el grueso del problema en solfa. Ello representa tergiversar capciosamente la situación, que lo hacen muchas formaciones, políticas y sindicales sin escrúpulos, en su propio beneficio.

Total, que de no llevarse a cabo esta reforma urgentemente, dudo que, dentro de tres o cuatro años, a partir de ya, no quiebre la Caja Única, con las catastróficas circunstancias que el avatar constituiría para toda la sociedad.
Entonces ninguno-a nos vamos a encontrar en situación de recibir ni subsidios ni prestaciones estatales de ningún tipo. Y, ¡ay! de quienes no dispongamos de un Plan de Pensiones, Seguro de Vida, etc.

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