Cuando anoche me dormí
soñé que la PAZ lloraba
porque la tierra temblaba
bajo el subsuelo de Haití.
Desperté con desazón
temiendo que fuera cierto,
y al verlo en televisión
¡ay!, me quedé como muerto;
mi corazón se angustiaba
al ver la desolación
y a la gente sepultada
bajo aquella destrucción.
La PAZ cayó malherida;
ya se está recuperando,
pero está muy dolorida,
y todo el día está llorando.
No llora por sus heridas,
-aunque todas ellas son
hechas en el corazón-
llora a las miles de vidas
que ha segado el Movimiento
de Tierra devastador,
el cual dejó en un momento
un paisaje aterrador.
La PAZ mirando hacia el Cielo
con las manos yuxtapuestas
pide al Cielo una respuesta
de lo que ocurre en el suelo:
“¿ Dónde estaba el Soberano
cuando ocurrió el cataclismo?
Él pudo, alzando su Mano,
la ira aplacar del Seísmo.”
-----
A don José Juarez Villarín,
maestro y director, a la sazón,
del bosqueño colegio (Albarracín),
por quien siento una gran admiración.
Emilio Vázquez Sarmiento
soñé que la PAZ lloraba
porque la tierra temblaba
bajo el subsuelo de Haití.
Desperté con desazón
temiendo que fuera cierto,
y al verlo en televisión
¡ay!, me quedé como muerto;
mi corazón se angustiaba
al ver la desolación
y a la gente sepultada
bajo aquella destrucción.
La PAZ cayó malherida;
ya se está recuperando,
pero está muy dolorida,
y todo el día está llorando.
No llora por sus heridas,
-aunque todas ellas son
hechas en el corazón-
llora a las miles de vidas
que ha segado el Movimiento
de Tierra devastador,
el cual dejó en un momento
un paisaje aterrador.
La PAZ mirando hacia el Cielo
con las manos yuxtapuestas
pide al Cielo una respuesta
de lo que ocurre en el suelo:
“¿ Dónde estaba el Soberano
cuando ocurrió el cataclismo?
Él pudo, alzando su Mano,
la ira aplacar del Seísmo.”
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A don José Juarez Villarín,
maestro y director, a la sazón,
del bosqueño colegio (Albarracín),
por quien siento una gran admiración.
Emilio Vázquez Sarmiento
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