Se refiere de él que siempre andaba rodeado de mujeres, menester poco común en las actuaciones de un monje de aquellos castos tiempos de los zares, aunque perteneciera a la disciplina ortodoxa. Pudiera ser por tratarse de un santón milagrero que, tras sanar a un hijo del zar aquejado de una dolorosa enfermedad, la madre, la zarina, comenzó a sentir verdadera veneración por dicho personaje. (El boca a boca haría el resto entre las damas más libidinosas...) Incluso se comentaba que juntos se corrían juergas orgiacas, hasta que los descubrió la familia de la referida zarina y lo asesinaron, para lo que necesitó el príncipe asesino de la ayuda de más de un cómplice, una buena dosis de cianuro que le hicieron ingerir, unos disparos en el pecho y arrojarlo al río. Recuperado su cadáver y practicada la auptosia quedó demostrado que había muerto por ahogamiento. Su fuerte complexión y extraordinario organismo parecían sobrenaturales. Cuarenta y siete años tenía cuando ocurrió la mortal tragedia que se llevó para siempre al sujeto con el falo más célebre de la historia, motivo, tal vez, por el que, como antes describo, se encontraba siempre rodeado de doncellas.
Al famoso falo se le atribuía una longitud de, nada menos que 37 centímetros, en vida, claro, del dueño de tan descomunal vergajo, motivo por el cual, alguien tuvo la genial idea de separarlo del resto del cuerpo yerto del monje e introducirlo en formol para conservarlo como una reliquia.
A nuestros días ha llegado dicho badajo en un tarro de la referida sustancia en bastante buen estado de conservación, y podemos apreciarlo al pie de la presente página, pero con una considerable reducción (28 centímetros y medio) mide en su jaula de cristal, más se aprecia, como el anciano que ha sido robusto en su juventud, la antigua generosidad con que lo hubo dotado Madre Natura en sus mejores años, cuando se llenaba del flujo sanguíneo necesario (tres cuarto de litro).
Hubo otro de la realeza española que le iba a la zaga al personaje en solfa en la cuestión de dimensiones extraordinarias en las partes más pudendas, se trata de Fernando VII, pero esta es otra historia que narraremos en otra ocasión.
Ahí va el testimonio/ del falo de ese demonio.

1 comentario:
Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido...
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