Vándalos y andariegos.

Si el lector que me honra con la lectura de mi blog tiene a bien tomarse la molestia de abrir los dos mensajes que aparecen bajo la crónica: “Vándalos y andariegos”, se sorprenderá, no del panegírico que se digna dedicarme mi buen amigo Jesús Benítez, no; lo asombroso aparece en el siguiente, cuyo “enigmático” autor no parece ostentarme el mismo vínculo que el citado Jesús; además es obvio que es un afín manifiesto de este criminal ‘oficio’ del mencionado vandalismo, y no me cabe duda, de que sus seres más cercanos lo practican cual devotos de una de una secta religiosa.
Lo que más me sorprende del sujeto en cuestión, es que alardea ante el prójimo afecto a su idiosincrasia, de ser un paladín, un defensor de la democracia, de los derechos humanos, de la justedad, etc, etc.

En la presente sátira no daré el nombre del caballerete en cuestión, que se oculta tras un cobarde anonimato, y que intenta despistarme incurriendo en burdas faltas ortográficas, como si yo no supiera de quien se trata. Ninguna delación más cierta descubrir a quien te envía un email para cualquier iniciado en la Cibernética.

La próxima vez que el sujeto en solfa se dirija en tamaños términos a mi blog, arrojaré más luz sobre su identidad, y la otra, daré todos los datos, -nombre y apellidos- para que sepan mis queridos lectores de quien se trata.

Sepa este individuo, que aprendí muy bien de Guzmán el Bueno, lanzar el cuchillo contra la injusticia, auque este vaya directo al corazón de mis seres queridos.

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