Recomienzo la elaboración de mi Blog después de tenerlo desatendido más de un mes como consecuencia de una reforma ejecutada en casa que me ha obligado a relegarlo en un habitáculo reservado del polvo y la suciedad; tiempo, durante el cual, también yo me he mantenido un poco apartado de los mencionados ácaros por otras razones que no debo expresar en la presente página. “Al buen entendedor…”
Total, que el comienzo, como no podía ser menos, lo hago exponiendo, en primer lugar, a mis nietas, seguido de unas escenas de la última comida celebrada en el restorán de Juan Calvillo (La Piscina), que es uno de los mejores lugares para comer de toda la Sierra Gaditana, aunque les falta algún “ingrediente” paterno a los descendientes en algunos asuntos de atención, etc., que no viene al caso sacar a colación en estos momentos.
Además, más abajo, en el bautizo de la preciosa nieta de Ismael Ruedas, cuya invitación agradecemos mi conyuge y yo con encomio, hay varias improntas en las que puede apreciarse la eminencia sacerdotal que se ocupa de la feligresía de nuestro querido pueblo de El Bosque. Otras escenas recogen a un colega, párroco de Benaocaz, casi siempre al lado de una señora mayor, apegada a él como una sombra, con una expresión en el rostro de euforia, alegría, gratitud, satisfacción, idolatría…., su tez manifestaba algo así como si disfrutara del inenarrable honor, ¡qué digo honor, milagro!, de sentirse acompañada de uno de los más de seiscientos mil dioses que se veneran en el planeta Tierra. ¡Que sana envidia me produjo dicha señora observándola rebosante de años y felicidad! ¿Duraré yo tanto y tan feliz?
Total, la peculiaridad del señor cura en solfa, es que desciende de nuestra localidad de El Bosque; para más señas, procede de la familia de los Marín. Asegura que su padre y su tío descienden y vivieron un largo tiempo en El Bosque, y que le contaban vivencias que el dedujo por las mismas que su familia estaba bien acomodada.
Estos retazos de su biografía se los oí en la mesa que, cordialmente, compartimos durante un agradable rato, en la que también se hallaba mi buen amigo Antonio, él, la que parecía ser su abuela, otros invitados y yo.
Tanto nos agradó el paisanismo –porque el hombre es muy culto y simpático- que, en el afán de recabar y comprobar otros datos, reclamamos la atención de Joaquín, cuyo apellido materno es, también, Marín, quien tuvo la amabilidad de acudir raudo; tras las pertinentes presentaciones y saludos y puesto en pormenores, nada sabía del asunto. Por lo cual, lo que se omitió, queda en la penumbra de la incognita, pues sabemos, y he repetido en el presente Blog, que durante la cruenta guerra civil española, ardieron todos los documentos de la Casa Consistorial y los eclesiásticos.
E.V.S.
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